Hola de nuevo y bienvenidos a las efemérides astronómicas de noviembre de 2020.
Imagino que con esto de la globalización todos tendremos en casa algún elemento de la recién celebrada Halloween. En nuestra cultura somos “muy de criticar” y ya típico el desprecio de algunas personas hacia esta celebración que tachan de “yankie”, algo que es falso. Suele venir en el mismo pack la terrible amenaza que supone para nuestro tradicional Día de todos los Santos. Pues ya lo siento, pero entre ir al cementerio a llorar a los que me faltan y recordarlos en un entorno festivo y rodeado de dulces yo elijo la segunda opción.
Además, la celebración de Halloween hunde sus raíces mucho antes en la historia y, una vez más, tiene un origen astronómico. Dicha celebración procede de la festividad celta de Samhain, que se celebraba con la Luna Llena más cercana al punto intermedio entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. En las latitudes donde se celebraba, en este momento del año la cantidad de tiempo de oscuridad frente a las horas de luz avanzan rápidamente de día en día, por lo que anímicamente es fácil asociarla con toda clase de cosas oscuras y siniestras.
La historia completa merece mucho la pena, pero excede el propósito de este artículo, por lo que os invitamos a profundizar en ella por ejemplo aquí, aquí o aquí.
En cualquier caso, lo que parece claro es que la celebración de Todos los Santos no es sino otro intento más de intentar sacralizar una fiesta pagana, pero quitándole la gracia y dejando sólo el sufrimiento para ganarnos bien el cielo, lo habitual vaya.