Como diría Eddar Stark en un arranque de infinito optimismo “El otoño se acercaâ€. Para bien o para mal (espero que para bien) los restos del verano se escurren entre nuestros dedos y da igual lo fuerte que apretemos el puño, porque esto no para.
En cualquier caso si estos meses os pillaron haciendo otras cosas no os desesperéis porque aún tenéis la posibilidad de disfrutar de parte de sus cielos. Aunque nuestras constelaciones de verano favoritas cada vez están más cerca del horizonte oeste, el paulatino adelanto del ocaso nos va a permitir seguir observándolas en las primeras horas de la noche.
EQUINOCCIO DE OTOÑO.
Desde el punto de vista del mes quizá el suceso más relevante es la llegada del equinoccio otoñal (si os encontráis en el hemisferio norte como nosotros).
Más allá del cambio estacional, de verano a otoño en este caso, los equinoccios tienen una serie de características muy concretas que vamos a repasar.
Como ya comentamos con ocasión del equinoccio vernal el pasado mes de marzo los equinoccios se producen en dos momentos concretos del año, en los que desde el punto de vista de la Tierra el centro del Sol cruza el plano imaginario que dibuja la prolongación del ecuador terrestre, conocido como plano ecuatorial.
Estos dos puntos son conocidos como primer punto de Aries en el equinoccio vernal y primer punto de Libra en el equinoccio otoñal y en ellos el movimiento aparente del Sol por la eclíptica pasa del hemisferio Sur al Norte en el punto de Aries y del Norte al Sur en el de Libra.
Esta misma situación contemplada desde fuera del planeta nos permite observar como la proyección del centro Solar coincide justo en el ecuador terrestre, por lo que aunque el eje de giro de la Tierra está inclinado respecto a su plano orbital, la trayectoria de los rayos solares incide de forma perpendicular al eje de rotación de la Tierra y el Sol ilumina nuestro planeta justo desde el polo Norte hasta el polo Sur.
Por este motivo durante los equinoccios el día y la noche duran aproximadamente lo mismo en cualquier parte del planeta y con independencia de la latitud en la que nos encontremos veremos salir el Sol exactamente por el este y ocultarse justo por el oeste.
Igual que hicimos en el mes de mayo hemos utilizado un simulador de estaciones que hemos encontrado en Internet para realizar estas ilustraciones, os animamos a jugar un rato con él para entender mejor los conceptos.
EL CIELO DE SEPTIEMBRE
El cielo de este mes puede entenderse como una transición; las primeras horas de la noche todavía nos permiten contemplar el cielo de verano y al acercarnos a la madrugada podemos disfrutar de las constelaciones propiamente invernales.
No obstante entre medias de ambas encontramos constelaciones de obligada visita y aquí os proponemos algunas de ellas junto con algunos de los tesoros que esconden.
El mes pasado utilizamos la Vía Láctea como hilo conductor para explicar el cielo de verano, en esta ocasión vamos a recurrir a la mitología clásica, que tiene en el cielo del otoño algunas de sus mejores historias.
Cuentan las antiguas historias que existió en Etiopía una reina de nombre Casiopea que era tremendamente orgullosa. Dependiendo de la posada en la que escuchéis esta historia el anciano ciego de turno os dirá que Casiopea ofendió profundamente a las nereidas al comparar la belleza de éstas con la de su hija Andrómeda o con la suya propia. El resultado es el mismo, ya que las ninfas del Mediterráneo le fueron con el cuento a Poseidón, que se enfadó tanto que envió a Ceto, un monstruo marino mitad ballena, mitad serpiente, a arrasar las costas del reino. Para evitarlo, Cefeo, el rey y marido de Casiopea, consultó un oráculo y la pobre Andrómeda terminó desnuda y encadenada a las rocas de la playa para saciar el hambre del temible monstruo.
Pero afortunadamente Perseo pasaba por allí. Venía de decapitar a la gorgona Medusa, y aún con la cabeza de ésta en la mano (de cuya sangre goteante nació el caballo alado Pegaso) cayó perdidamente enamorado de Andrómeda al contemplarla en semejantes circunstancias. Perseo se ofreció a matar a Ceto a cambio de desposar a Andómeda y así lo hizo al convertir en piedra a Ceto usando la cabeza de Medusa.
Perseo es la versión de la literatura clásica de Chuck Norris, reparte estopa por todas partes y siempre sale victorioso, por imposible que sea la tarea que emprenda. No en vano es hijo del mismísimo Zeus, que para poder engendrarlo tuvo que transformarse en una lluvia de oro. Y éste queridos niños, es el auténtico origen de las perseidas que vemos en agosto, mucho más lúdico y agradable que la lúgubre y atormentada versión católica.
Ahora que conocemos a nuestros protagonistas vamos a ver cómo encontrarlos en el cielo.
Cassiopeia (Cas): Como si hiciera gala del orgullo que tantos problemas le trajo, Casiopea permanece constantemente visible en el cielo del hemisferio norte al tratarse de una constelación circumpolar.
En teoría la constelación que lleva su nombre representa a la citada reina sentada en su trono, pero es mucho más fácil de identificar el asterismo con forma de W o M. Si partimos desde el asterismo del carro en dirección a la estrella polar y seguimos un poco más daremos con ella sin dificultad.
Cassipoeia es una constelación que se encuentra en el plano galáctico de la Vía Láctea, esto hace que los objetos más abundantes en su interior sean cúmulos abiertos, ya que es el tipo de agrupamiento estelar característico de los discos galácticos.
De entre todos estos cúmulos os proponemos dos:
Cepheus (Cep): Cefeo es muy fácil de localizar; en esta época del año lo encontraremos a la derecha de la estrella Polar, justo encima de la W de Cassiopeia. Una vez más la supuesta representación de la constelación y su asterismo poco o nada tienen que ver, ya que resulta difícil imaginar a Cefeo, pero en cambio es muy sencillo identificar un asterismo con forma de la típica casita que pintaría un niño. Al igual que Cassiopeia se trata de una constelación circumpolar y también forma parte del disco galáctico por lo que es rica en cúmulos abiertos.
Pegasus (Peg): Pegaso es una constelación enorme con gran importancia para guiarnos en el cielo de otoño, aunque se encuentra en una zona del cielo en la que prácticamente no hay objetos de interés que puedan ser observados con facilidad. Lo más característico para encontrarlo es el gran cuadrado que forma la zona central de la constelación, cuyo vértice NO es en realidad la primera estrella de la constelación de Andrómeda.
Pegasus no es una constelación galáctica, sino que se encuentra bastante alejado de la Vía Láctea, lo que explica la ausencia de cúmulos abiertos y nebulosas en su interior. En cambio, al encontrarse orientado hacia fuera de la Vía Láctea nos permite observar un gran número de galaxias y algunos cúmulos globulares.
Andromeda (And): Una vez localizado Pegasus en el cielo no tenemos más que continuar desde el vértice del cuadrado que comparten y ahora se sabe que pertenece definitivamente a Andromeda. Se trata de Alpheratz (α And), que marca el comienzo del asterismo, que presenta la forma de una horquilla.
Perseus (Per): Vamos a terminar nuestro recorrido mitológico con Perseo, el héroe de la historia. Para completarlo en condiciones deberíamos incluir Cetus, que es la constelación que representa a Ceto, pero al igual que ocurre con Pegasus su orientación fuera del disco galáctico la convierte en una zona aparentemente despoblada, aunque en realidad cuenta con un buen número de galaxias en su interior.
Por el contrario, Perseo es una constelación galáctica, por lo que cuenta con más objetos para ofrecernos. Es una constelación fácil de localizar, que se encuentra a continuación de la línea que trazan las estrellas principales de Andromeda y por si quedan dudas tiene a Cassiopeia en su parte superior. Aunque representa al guerrero de pie sosteniendo la cabeza de Medusa el asterismo es reconocible como una letra lambda minúscula o la horquilla de un zahorí.
En uno de los extremos de la vara de zahorí encontramos a Algol (β Per) que representa uno de los ojos de Medusa y es una estrella binaria eclipsante con unos cambios de brillo extremadamente regulares.
VISIBILIDAD PLANETARIA
Marte y Saturno serán visibles desde el atardecer hasta la media noche durante los primeros diez días del mes entre las constelaciones de Escorpius y Sagittarius. A final de mes ambos desaparecerán por el horizonte SO antes de la medianoche, primero Saturno y luego Marte, que ya se encontrará en la constelación de Sagittarius.
Mercurio, Venus y Júpiter se encuentran muy juntos, justo por detrás del Sol, esta situación les afecta de forma parecida aunque con algunas diferencias. Mercurio quedará oculto por la luz de Sol, no siendo visible hasta la última semana de mes cuando aparecerá por el este justo antes del alba. Venus y Júpiter comenzarán el mes muy bajos por el horizonte oeste, lo que dificultará su visibilidad en el ocaso haciendo a Júpiter prácticamente indetectable y tendremos que esperar hasta el mes de octubre para poder volver a verlo, pero ya será al alba por delante del Sol. En cambio la visibilidad de Venus mejorará conforme avanza el mes, ya que al encontrarse en retrogradación cada vez se separará más del Sol, aunque seguirá muy bajo en el horizonte, por lo que la atmósfera deteriorará significativamente sus condiciones de observación.
LLUVIAS DE METEOROS
Tras la intensa actividad del mes de agosto en septiembre las observaciones y estudios de las lluvias de meteoros son escasas, quizá por este motivo todavía no es muy conocido el origen de las estrellas fugaces que se observan en este mes en el que en cualquier caso, se presenta muy poca actividad meteórica.
α-Aurígidas (AUR): Con actividad entre el 25 de agosto y el 8 de septiembre, máximo previsto el 1 septiembre. THZ= 6. Estallidos ocasionales con meteoros muy rápidos. Buenas condiciones de observación ya que hay luna nueva. Radiante en la constelación de Auriga
ε-Perseidas de septiembre (SPE): Actividad entre el 5 y el 21 de septiembre, con máximo previsto el 9 de septiembre. THZ = 5 y radiante en la constelación de Perseus, cerca de la estrella Algol (β Per).
EFEMÉRIDES
Las siguientes efemérides están calculadas para latitud 40ºN.
Jueves 1 de septiembre: Luna nueva. Eclipse solar anular, no visible desde la Península Ibérica
Viernes 2 de septiembre: Neptuno en oposición.
Sábado 3 de septiembre: Conjunción Luna-Venus.
Martes 6 de septiembre: Luna en el apogeo.
Jueves 8 de septiembre: Conjunción Luna-Saturno-Marte sobre la estrella Antares en Scorpius.
Viernes 9 de septiembre: Cuarto creciente.
Lunes 12 de septiembre: Mercurio en conjunción inferior.
Viernes 16 de septiembre: Luna llena. Eclipse penumbral de Luna. Pese a que es observable desde nuestra latitud el oscurecimiento es muy tenue como para percibirse.
Domingo 18 de septiembre: Luna en el perigeo
Jueves 22 de septiembre: Equinoccio de otoño.
Viernes 23 de septiembre: Cuarto menguante.
Lunes 26 de septiembre: Júpiter en conjunción con el Sol
Miércoles 28: Máxima elongación oeste de Mercurio.
Jueves 29 de septiembre: Conjunción Mercurio-Luna.
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