Seguro que alguna vez te has percatado de que, cuando la parte iluminada de la Luna es muy pequeña (en sus primeros días de fase creciente o los últimos de menguante), se puede ver la silueta de nuestro satélite en su totalidad. Parece lógico pensar que, si la Luna no emite luz sino que sólo refleja la luz procedente del Sol, cualquier zona que no esté iluminada por el Sol no debería verse puesto que se encontraría a oscuras. Entonces, ¿por qué algunas noches vemos su silueta débilmente iluminada?
Esta luz que nos permite ver el cuerpo de la Luna se denomina luz cenicienta (por su color ceniza) y es la luz que refleja la Tierra. Con este simple gráfico se entiende a la perfección.
Curiosidades
1. A la capacidad para reflejar la luz recibida se le denomina albedo. Y hay que tener en cuenta que el albedo de la Tierra varía con las estaciones, las nubes, el mar o la nieve tienen niveles de reflexión muy distintos que se traducen en una mayor o menor intensidad de la luz cenicienta según el momento.
2. En inglés, a la luz cenicienta se le denomina “earth shine” (brillo de la Tierra). Le quitan el encanto desde el primer momento…
3. Y, si lo piensas bien, aquí sucede exactamente lo mismo que en la Luna. Durante la noche, la Luna llena emite tanta luz que, desde la oscuridad del campo, se puede ver con relativa facilidad e incluso se puede llegar a leer algunos textos. Por tanto, al contrario se producirá el mismo efecto pero con mucha mayor intensidad, puesto que la luz que refleja la Tierra es mucho mayor que la que refleja la Luna. Así pues, un supuesto selenita (habitante lunar) que se encuentre en plena noche lunar recibirá gran cantidad de luz procedente del reflejo de la Tierra, haciendo que las noches no sean tan oscuras como, en un principio, todos suponíamos.
4. En los eclipses totales de Sol también sucede ésto y da lugar a imágenes tan espectaculares como ésta.
5. Aunque es un hecho que la mayoría de la gente conoce, es poca la que sabe el motivo. Y es que la respuesta no es nada fácil de averiguar y no fue hasta el siglo XVI cuando se dio con la solución de este enigma. ¿Tú ya lo sabías?