Hace más de 2.200 años una comunidad celta se asentó de manera permanente a los pies de la Sierra de Gredos en una zona fértil y poblada por bosques de robles y helechos. Allí construyeron casas, murallas y tumbas, pero también estudiaron el firmamento y muy probablemente establecieran su propio calendario estacional basándose en el movimiento de los astros, como han confirmado algunos estudios.
Nosotros, descendientes de la civilización celta (como también lo somos de otras grandes civilizaciones como la romana y la musulmana, fantásticos astrónomos todos ellos) hemos querido emular a nuestros antepasados y hemos viajado hasta lo que hoy es El Raso-Candeleda para observar los cielos de primavera desde una bonita casa rural, La Sayuela. Lo hemos hecho con telescopios y medios técnicos impensables hace más de dos milenios, pero con la misma curiosidad que lo hicieran aquellos antiguos pobladores. ¿Sentirían tal vez ellos la misma sensación de sobrecogimiento que sentimos nosotros al observar un cielo estrellado?
Llegada
Tras un viaje de no más de 2 horas desde Madrid, llegamos al desvío de carretera que nos indicaba “El Rasoâ€, desde lejos veníamos observando la majestuosidad de la Sierra de Gredos y nos sorprendió lo verde que estaba todo. La temperatura era primaveral y el cielo estaba totalmente azul salvo alguna nube en las cumbres de la sierra. No pudimos evitar la tentación de detenernos un momento y sacar una fotografía.
Subimos hasta el pueblo y continuamos un poco más hasta llegar a La Sayuela, la casa rural donde pasaríamos el fin de semana y allí conocimos en persona a Montse, la propietaria de la casa que nos dio la bienvenida y nos enseñó el alojamiento. Los jardines, muy limpios y cuidados, invitaban a sentarse al sol y a escuchar el trino de los pájaros (por cierto, hay una gran diversidad de aves en la zona). Las habitaciones eran amplias y muy confortables y en las zonas comunes encontramos un salón con chimenea y en un altillo una sala con billar, juegos, libros y un telescopio junto al mirador. Todo muy acogedor y con el agradable trato de Montse la verdad es que enseguida nos sentimos como en casa. ¿Conocéis esa sensación cuando llegáis a un sitio y pensáis “me va a costar irme de aquí el domingoâ€? Seguro que sabéis a lo que me refiero…
La observación solar
Después de acomodarnos y descansar un rato subimos a uno de los jardines que nos ofrecía unas vistas estupendas sin obstáculos ya que no tiene grandes árboles. Si el jardín de abajo invitaba a sentarse este ya invitaba a tumbarse. Pero no teníamos tiempo que perder ya que queríamos observar el Sol a través de nuestro telescopio solar (Coronado PST). Montamos el equipo y nos dispusimos a observar el astro rey en la banda del hidrógeno alfa.
Al poco empezaron a llegar nuestros primeros clientes y también huéspedes de la casa rural, justo a tiempo para observar el Sol.
La gorra, y la crema solar eran necesarias y todo apuntaba a que tendríamos una buena noche de observación de estrellas. Pero antes de eso teníamos tiempo de sobra para observar protuberancias, manchas, filamentos y fáculas en el Sol. En la parte superior izquierda del disco solar destacaba un enorme grupo de protuberancias, que se elevaban majestuosamente y que enseguida nos invitaron a poner un ocular con mayor aumento. Pero antes también nos detuvimos en los grupos de manchas solares, tres bastante destacados y en una zona de fáculas próximo al limbo.
En el transcurso de 1 hora y media observamos cambios significativos sobre todo en la estructura de las protuberancias. Estuvimos hablando sobre algunas curiosidades de nuestra estrella, y contestando a las preguntas que inevitablemente siempre se producen cuando observamos el Sol por primera vez. Poco antes de que el Sol se escondiera detrás de la Sierra de Gredos desmontamos el equipo y nos fuimos a cenar algo para tomar energías. En cuanto anocheciera montaríamos el telescopio para la observación nocturna. ¡Que ganas por ver esos cielos llenos de estrellas!
La observación nocturna
Al anochecer algunas nubes se agruparon sobre la sierra ¡Justo en el norte cubriendo la estrella polar que necesitábamos observar para hacer una puesta en estación precisa del telescopio! Mientras se marchaban las nubes estuvimos observando Venus antes de que se ocultara detrás de las montañas como hiciera una hora antes el Sol. Cada día se observa a Venus más próximo a éste y es que no debemos olvidar que dentro de menos de un mes podremos observar un tránsito de este planeta. A través del telescopio se mostraba una fase menguante muy marcada, finísima que sorprendió a nuestros clientes. En cuanto las nubes nos dejaron ver la polar ajustamos el telescopio y ya empezamos a buscar objetos con la ayuda del ordenador. Primero nos centramos en los planetas. Después de Venus la visión de Marte no era tan espectacular. El planeta rojo cada vez está más alejado de nosotros y ya se muestra muy pequeño pero se podían intuir las diferencias de tonalidad de las zonas de valles y planicie. Para levantar un poco el ánimo nos dirigimos a Saturno y ahí ya todos disfrutamos mucho más, con una visión majestuosa del gigante gaseoso y sus impresionantes anillos. Pudimos observar la división de Cassini y dos de sus lunas, Dione y Tetis. Parecía flotar en el ocular y si levantabas la vista ahí lo veías, quieto en el cielo con esa característica tonalidad y ese brillo tan estable.
Para acostumbrar la vista a la oscuridad hicimos un recorrido por las constelaciones del cielo de primavera y aprendimos los nombres de las estrellas más brillantes y destacadas. Ya era noche cerrada y el brillo del cúmulo de Virgo se hacía patente a ojo desnudo (y era toda una delicia con los prismáticos). Hicimos especial mención de las constelaciones zodiacales por la importancia de su situación en la esfera celeste y aprovechamos la presencia de los planetas para hablar de la eclíptica. La charla debió ser interesante porque una simpática luciérnaga vino a sumarse al grupo y estuvo un momento entreteniéndonos con sus destellos luminosos.
Finalizada la observación planetaria y el tour por las constelaciones pasamos a observar algunos objetos de cielo profundo, como la pareja de galaxias M81 y M82, en la constelación de la Osa Mayor. En cuanto las encontré en el ocular se me dibujó una sonrisa en la cara ¡En este cielo tan oscuro eran realmente nítidas! Hacía tan solo unos días las habíamos observado con verdadera dificultad desde Madrid y ahora ahí estaban, destacando totalmente sobre el cielo negro. Estábamos observando unas galaxias a 12 millones de años luz…
También observamos la galaxia M51 (Galaxia del Remolino) en la constelación de Canes Venatici pero para no centrarnos solo en galaxias y poder ver diferentes tipos de objetos enseguida buscamos un cúmulo abierto, concretamente M44 o Cúmulo del Pesebre, en la constelación de Cáncer a “tan solo†577 años luz de nosotros. La visión de este cúmulo estelar dentro del campo del ocular es siempre muy agradecida y en cielos tan oscuros como estos el brillo de las estrellas destaca siempre mucho más.
Para entender bien las diferencias entre un cúmulo abierto y uno globular nos dirigimos a continuación a M13, el cúmulo de Hércules situado en la constelación del mismo nombre. Pudimos observarlo a diferentes aumentos con la ayuda del ocular zoom y a máximos aumentos se intuía la estructura de patas de araña.
Mientras observábamos por el telescopio el resto del grupo a veces veía alguna estrella fugaz ( dos de ellas bastante brillantes). Pusimos una cámara réflex haciendo fotografías para intentar captar algunas pero fue hacer esto y no volvimos a ver más ¡Qué tímidas se volvieron! Lo que si pudimos observar fueron varios satélites artificiales y de hecho en una de las fotografías aparece uno.
Para finalizar la actividad observamos algún objeto más, sobre todo para poner a prueba la agudeza visual de los asistentes ahora que ya tenían la vista adaptada a la oscuridad y os puedo decir que aprobaron con buena nota. Entre alguno de estos objetos está la Nebulosa del Búho (no pudimos observar M57 porque empezaron a aparecer ya algunas nubes). Todo ello junto con varias estrellas dobles completaron la sesión de observación nocturna que disfrutamos mucho gracias a la gran calidad de los cielos de Gredos ( tras realizar mediciones del cielo podemos afirmar que tuvimos una magnitud visual de 6,6 lo cual otorga una muy buena nota a esta localización para realizar observaciones astronómicas)
El entorno
Pero en nuestras astroescapadas no todo es astronomía. También buscamos destinos turísticos con un gran atractivo, y Gredos Sur lo tiene de sobra. Municipios como Madrigal de la Vera, Candeleda, Poyales del Hoyo o Arenas de San Pedro nos ofrecen la posibilidad de pasear por sus tranquilas calles o visitar alguno de sus museos y casas de interés. En Candeleda, por ejemplo podemos visitar el Museo del Juguete de hojalata o el Museo etnográfico y en Poyales el Aula-Museo Abejas del Valle donde aprenderemos un montón de cosas sobre las abejas y podremos ver una colmena por dentro sin miedo a que nos piquen. Por supuesto también tenéis que visitar el castro celta.
Hay multitud de opciones de turismo activo, como rutas a caballo, senderismo, bicicleta… nuestro consejo es que preguntéis en el alojamiento las opciones para que os informen y asesoren bien. Sin duda, si no conocéis esta comarca tenéis que venir a descubrirla y si lo hacéis, en La Sayuela, os atenderán estupendamente, os lo recomendamos.