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Carrito

Ellas nacen, evolucionan y mueren, sólo que a su ritmo, pausado pero imparable. Para nosotros, los seres vivos, las estrellas parecen prácticamente inmutables o eso le hubiese gustado a Tycho Brahe 😉

¿Cómo se forman las estrellas?

Las nubes nacen a partir del colapso de una nube interestelar llamada nube molecular. Esta nube, formada principalmente por hidrógeno molecular (dihidrógeno ó H2), colapsa debido a su propia gravedad creando a su vez decenas o centenas de pequeñas nubes llamadas clumps. Cada uno de estos clumps forma una suerte de sumidero que atrae cada vez más materia de sus inmediaciones.

Creditos: Space Telescope Science Institute

Este colapso y esta acreción de material impele movimiento sobre la propia nube haciendo que esta empiece a girar. Y es este giro el que provoca que dicha nube se aplaste formando un disco protoestelar.

Simulación de formación estelar
Credito: ALMA (ESO/NAOJ/NRAO)

En el centro de este disco protoestelar podemos encontrar un aumento de la densidad de materia formando una protoestrella. Y así, poco a poco, la protoestrella atraerá más materia, aumentando su densidad y su temperatura (entre 100K y 10.000K). Este incremento de temperatura la llevará a emitir radiación en la parte infrarroja del espectro.

Todo es cuestión de tiempo

Una estrella como el Sol tardará tan solo unos 100.000 años en pasar de nube a protoestrella. Y digo tan solo porque la vida estimada del Sol es de 10.000 millones de años.

Aún así, la estrella necesitará un millón de años desde que se forma el clump hasta que tenga toda la masa necesaria para seguir “caminando” por lo que conocemos como Secuencia Principal (artículo recomendado).

A partir de que tiene la masa necesaria es cuando empiezan a pasar cosas realmente interesantes en el disco. La acreción ya no sólo ocurre en el centro de la protoestrella, sino que se produce en otras zonas formando lo que se conoce como discos circunestelares.

Discos circunestelares en la nebulosa de Orión.
Créditos: Herschel Telescope/NASA/JPL

En estos discos circunestelares es donde empiezan a formarse los primeros planetoides. Poco a poco, se acaba formando un disco con espacios vacíos entre las órbitas de los planetoides, ya que la materia que hay en ellos pasa a un disco o a otro, dejando bastante hueco entre ellos.

Concepción artística de planetesimales dentro de un disco circunestelar.
Crédito: Pat Rawlings / NASA

Este proceso de acrecimiento de los planetoides gracias a esa atracción de materia que comentábamos es lo que les dará su forma esférica. Esta es una característica fundamental de los planetas (como la Tierra, que es esférica y no plana como algunos quieren “pensar”…).

Al final el disco protoestelar se disipa porque ha sido absorbido durante la fase de formación de los planetas y cuerpos menores, como asteroides, planetas enanos o cometas.

La protoestrella sigue aplastándose debido a su propia gravedad lo que provoca que aumente su presión y temperatura hasta los 10 millones Kelvin, lo que enciende la estrella gracias a la fusión del Hidrógeno.

Representación artística de la formación estelar.
Créditos: Bill Saxton, NRAO/AUI/NSF

La estrella ha nacido

He puesto como ejemplo el Sol, una estrella más bien pequeña, pero de lo más habitual en el universo. El proceso de formación de estrellas pequeñas, a diferencia de lo que podríamos pensar, es más lento que el de las estrellas de gran tamaño.

Las estrellas, cuanto más masa tienen, más gravedad tienen y más rápido atraen materia hacia sí, por lo tardan menos en alcanzar la temperatura necesaria para empezar a fusionar hidrógeno.

Mientras una estrella como el Sol puede tardar decenas de millones de años, una estrella de 5 masas solares puede tardar menos de un millón de años. Y, por el contrario, una estrella de media masa solar puede llegar a tardar más de cien millones de años en formarse.

No te pierdas el próximo artículo, Evolución Estelar: Secuencia Principal

¡Nos leemos!

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